jueves, 10 de diciembre de 2015

PUERTA A NINGUNA PARTE - Dori Valero


PUERTA A NINGUNA PARTE (incluir imagen del link)


Dori Valero


La tierra roja confesaba silenciosa cada uno de los crímenes que se habían cometido en ella. Atravesada por un estrecho tabique de pladur, que hendía sus superficiales cimientos en ella, narraba la historia de una fraternidad de enemigos. La única puerta que conectaba ambos lados estaba herméticamente cerrada y no tenía ni cerradura, ni pomo.

Dos estrechas carreteras sin asfaltar agrandaban el espacio entre las dos partes. A la derecha, un campo salpicado de escombros y metralla, a la izquierda un bancal con una alambrada. En la planicie, un edificio que recuerda a las mil y una noches se yergue orgulloso rompiendo el horizonte azul. En la ladera, un incipiente grupo de casas bajas de paredes sin enlucir exhiben la colada en sus azoteas.


No se escuchan ruidos, tampoco se ven personas. Un árbol solitario alberga entre sus ramas secas pájaros que no cantan.  Pero si se presta atención se siente como el viento acerca un rumor silencioso de sables que envuelve el ambiente. Alfanjes viejos y machetes nuevos, chafarotes en la derecha y navajas en la izquierda.


Sin embargo, las batallas de otro tiempo dan paso a una nueva guerra que se disputa entre ondas hertzianas, imágenes digitales, parabólicas en las ventanas… Los espectadores ven la contienda desde el salón de sus casas a través de una ventana electrónica. Un mirador en el que, solamente, un puñado de conflictos merecen la atención del público, el resto se dirimen en la penumbra que deja el foco mediático.


Hoy, un grupo de personas ha aparecido con las manos desnudas y las bocas calladas para enfrentarse a una cadena de soldados imberbes. En la ladera, otro grupo con una pancarta escrita con los signos del Alef-Bet se aproxima, también, al tabique. Quieren evitar que la endeble pared de pladur continúe resquebrajando su tierra. Pero otros soldados, no mayores a los anteriores, desalojan ambos lados de la tapia metiendo una a una cada vida en un furgón sin ventanas.


Al día siguiente, no aparece nadie. No hay trabajadores que alarguen el muro de la vergüenza, ni falta que hace. Una invisible muralla divide a las dos fraternidades enemigas que ni tan siquiera se acercan a ella. Nadie se atreve a cruzar la frontera invisible.

El paisaje árido estaba atravesado por un estrecho tabique con una puerta cerrada a cal y canto.


Mi puerta 13 es el muro que Baz Ratner fotografió para Reuters en Al Wallaja.

http://www.publico.es/sin-retoques/362436/sin-retoques/slideshow#17
Puerta a ningún lugar (Baz Ratner, Reuters).

Estas dos puertas número 13 son del pueblo de Castañares de Rioja 

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